Abnegada y sufrida la fregona,
con su mocho de tiras de bayeta,
nadie puede tildarte de coqueta,
tu figura grotesca no apasiona.
Te mueves sobre el suelo retozona
restregando con fuerza la loseta
mi mano con firmeza te sujeta,
ayudante cabal, sin ser persona.
Mis rodillas te cantan alabanzas
porque gracias a ti ya no padecen,
liberadas de míseras usanzas.
Silenciosas labores que carecen
de reconocimiento y de esperanza
pues trabajos forzados me parecen.
Antes era aún peor, fregar de rodillas y con la bayeta en la mano. Un saludo.
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