Me desplazo con paso sigiloso,
erizada la piel ante el hechizo,
por salas y salones me deslizo,
en el aire hay un halo misterioso.
El silencio es espeso y doloroso,
lo percibo sutil y quebradizo,
recelo de ese oscuro pasadizo,
mas me adentro con ímpetu fogoso.
La atracción del sombrío dormitorio
me imanta como canto de sirena
avivando mi ánimo ilusorio.
Presiento desdichada sombra en pena
vagando en el lugar, cual purgatorio,
arrastrando perpetua su condena.
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