Hundida y sin delirios de esperanza,
errante va mi mente taciturna
tan lúgubre, tan gris y tan nocturna
que perdió todo atisbo de confianza.
La vida se me pasa en añoranza
con regusto salobre y algo amargo;
intentando evadirme del letargo,
rememoro las horas de bonanza.
Vivo hacia atrás, mi meta es el pasado,
locura de bogar contra corriente,
quiero real aquello que es soñado.
Pero una voz me grita: ¡Sé prudente,
no existe lo que el tiempo se ha llevado
e intentar lo contrario es ser demente.
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