Un delicioso té, un libro abierto,
de porcelana un cuenco entre las manos,
placeres muy pequeños y livianos,
con los que ,sin embargo, me divierto.
No es nada de importancia, pero es cierto,
estos son mis deleites cotidianos,
siempre están a mi alcance, tan cercanos,
que en un rito diario los convierto.
El tiempo se detiene y permanece
anclado a mi costado; es la magia
de crear un instante grato, intenso.
Opino que un soneto se merece;
vuela la fantasía y me contagia
convirtiendo lo nimio en algo inmenso.
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