Paseas garbosa, hábil contoneo,
ajena a lo que digan las vecinas
ellas, al verte, quedan muy mohínas,
retornando al malvado cotorreo.
En la calle resuena el taconeo…
girándose a mirarte en las esquinas,
alguna hay que descorre las cortinas
observando atrevida tu paseo.
Y a ti poco te importa lo que digan;
eres tú misma y corres con tu suerte
aunque con su desprecio te castigan.
Tú tan sólo le temes a la muerte,
y nunca dejarás que ellas consigan
hacerte vulnerable y menos fuerte.