8.3.24

LA BUENAVENTURA

 



Un día, visitando el Albaicín,

al paso me salió una gitana

con rasgos muy marcados, una anciana,

que me dijo, con tono cantarín:

 

Enséñame la mano, querubín,

 te digo el porvenir esta mañana,

está claro que en fecha muy cercana

un hombre te dará su amor sin fin.

 

Y mi padre, acercándose al instante,

replicó al oír a la calé

de manera  concisa y fulminante:

 

Tranquila quede usted, pues le diré

que ese hombre lo tiene aquí delante:

Su padre soy y siempre la querré.

 


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