La belleza me causa admiración,
pero también envidia poco sana,
pues pienso de la noche a la mañana
por qué yo fui privada de tal don.
Me produce tristeza y confusión
un reparto que se hizo con desgana:
esa, hermosa será, fresca y lozana,
la otra tendrá un sensible corazón.
En busca del alivio nos decimos
que el atractivo cierto está en el alma,
que el del cuerpo es efímero y se muere.
Si a esta falaz idea nos asimos
sufrimos la desgracia con más calma.
La que no se consuela, es que no quiere.
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