Contigo yo jamás tuve un secreto,
con suprema confianza me vaciaba,
no pude imaginar, ni recelaba
que por ti me encontrase en un aprieto.
Mis sueños y mis penas al completo
te entregué, sobre ti me abandonaba;
mi intimidad supuse que quedaba
a salvo, te creía más discreto.
Y hoy me hallo por tu culpa reprendida
y mi vida privada descubierta,
de vergüenza creí perder la vida.
Pues aunque eché la llave de tu puerta
Tenías la cerradura derruída
¡mi madre te leyó! ¡me quedé muerta!
Tras la noche despierta
decidí pulverizar aquel diario
culpable de un bochorno innecesario.
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