Avanzo pertinaz, siempre adelante,
sin mirar si se mueven las
arenas;
mientras corra la sangre por mis venas
buscaré
entre el carbón algún diamante.
Me
empecino, aunque el mundo se quebrante,
en coger de la vida, a
manos llenas,
todo lo que me ofrezca, que es apenas
una
gota fugaz de luz errante,
un
nuevo amanecer, una sonrisa,
una charla tranquila,
intrascendente,
una lectura amena y esa brisa
que
acaricia mi rostro brevemente;
un aroma, el sabor de una
manzana
y la esperanza puesta en el mañana.
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