Partiste en tu velero una mañana
diciéndome: "Hasta luego, vida mía".
En tu amable semblante, la armonía
Partiste en tu velero una mañana
diciéndome: "Hasta luego, vida mía".
En tu amable semblante, la armonía
Alocada o muy prudente
eufórica o deprimida,
unas veces por la vida
voy cuerda y otras, demente.
Moderada o insolente,
desenvuelta o inhibida,
vacilante o decidida,
perezosa o diligente.
Soy voluble y tornadiza,
pero no es grave el asunto
y no me pienso alarmar.
También soy asustadiza;
¿tendré un problema? ─pregunto.
¡A ver si soy bipolar!
El tiempo se nos marcha tan veloz
como un raudo caballo desbocado;
una vez que se ha ido, que ha pasado,
¿de qué sirve llorar a viva voz?
A nada te conduce, sé consciente,
no estés anclado a lo que ya no existe;
todo lo que pasó, ya lo viviste
y el futuro soñado está en tu mente.
Disfruta de lo que haces al momento,
sumergido en su activo torbellino
y permite que fluya tu destino
poniéndole pasión y sentimiento.
Enfréntate a la vida como un reto,
olvidando el ayer, que está obsoleto.
ando tranquilamente alborotada,
hablando sin cesar, pero callada,
estoy muy concentrada, aunque dispersa.
Tengo momentos de cordura loca
y me gusta en la noche el sol que brilla,
me siento mar adentro aun en la orilla
y es que estar en lo cierto me equivoca.
El caos en mi mente está ordenado
en armónico embrollo; mis ideas
danzan quietas, de modo que parece
que no están, que el cerebro se ha apagado,
que no hay ni inspiración, ni cefaleas
y así temo que acabe cuando empiece.
Lo que nace, perece.
Os confieso en voz alta este secreto
en discurso ampuloso, pero escueto.
Receta para hacer un buen conjuro:
Agénciate un caldero muy hermoso,
escamas de dragón, un pelo de oso,
una cola de armiño blanco y puro,
un lugar apartado y bien oscuro,
preferible que sea tenebroso.
Prepara un caldo espeso y sustancioso
con un trozo de bolsa de canguro,
una camisa vieja de serpiente,
bigotes de ratón, del gato, un diente;
hiérvelo todo junto con paciencia
recitando este ensalmo con vehemencia:
¡Hami mitran transí, sima partumen
que los malos espíritus se esfumen!
era gris y circunspecta,
mas siempre andaba perfecta
desde el moño a la sandalia.
Y la abuela, doña Amalia,
aunque era de edad provecta,
caminaba erguida y recta,
como su hermana Natalia.
Las tres pulcras y esmeradas,
de elegante sobriedad
y virtudes indudables,
mujeres encorsetadas,
viviendo en la austeridad
de sus vidas impecables.
Deplorables
esclavas de la apariencia,
siervas de la conveniencia.
Después de demorarme en la portada,
mi mente elucubrando mil historias,
sumida en sensaciones ilusorias,
su lomo acaricié, ensimismada.
Sabía que esperaba, agazapada,
la aventura. Las penas y las glorias,
sus fracasos o puede que victorias...
me dispuse a leer, entusiasmada.
Mas, de pronto, las páginas se abrieron,
y un surtidor de luces y de estrellas
brotó ante mí con tenue resplandor.
Palomas que a lo lejos se perdieron
llevando las historias tras sus huellas
en un vuelo de luz y de color
Así con gran dolor
quedé desconsolada y afligida
resignada a vivir mi propia vida.
El ensalmo que, en voz baja, murmuro
sobre el agua que hierve en el caldero,
donde nadan mandrágora y romero,
servirá para hacer un buen conjuro.
Cuando luego el brebaje esté maduro,
si el hechizo me sale como espero
conseguiré el aspecto que yo quiero,
a ver si de una vez me transfiguro.
Al llegar a su punto de sazón
beberé diligente un buen tazón,
y sabré si funciona el sortilegio.
Solo pensarlo tiemblo de emoción,
y si me sobra un poco de poción,
de probarla tendréis el privilegio.
No es ningún sacrilegio;
¡Quiero ser elegante, esbelta y bella,
aunque me infle de helado y de paella!