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Pintura de F. Van Hove |
y reposé en el libro mi cabeza…
En un lugar de onírica belleza
me encontraba, embargada de alegría.
Pletórica de empuje y osadía,
alejada de mí cualquier tristeza,
andaba levitando con presteza
hacia el lugar donde se pone el día.
Marchaba hacia su ocaso el sol rojizo,
yo me sentía feliz y de repente
una mano noté sobre mi hombro,
obnubilada aún por el asombro
quise aferrarme al aire inútilmente,
mas desperté y se rompió el hechizo.
¡Todo es tan quebradizo!
Si la felicidad es como un sueño
intenta retenerla con empeño.