8.3.25

AQUELLA LIBRERÍA

 

Aún siendo muy pequeña, con premura,

las letras y las sílabas juntaba,

apenas escribía, pero ansiaba

el placer de entregarme a la lectura.

 

Como era reducida mi estatura

al mostrador apenas alcanzaba,

pero el olor a libros me embriagaba,

con un halo de ensueño y aventura.

 

Al deslizar mi mano por sus lomos

como tierna caricia temblorosa,

mi razón infantil y fantasiosa

se veía entre hadas y entre gnomos.

Habitando sus mundos irreales

llenos de peripecias demenciales.

 

Horas tan especiales

que el aroma de aquella librería

perdura en mi recuerdo todavía.

 

 

 

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