Si me pongo a escribir, caigo en la cuenta
de que a veces me plagio, sin querer,
siempre escribo lo mismo, al parecer
me repito y me quedo tan contenta.
Por eso es que mi verso se impacienta
pues desea atrapar y sorprender,
intentando escribir mejor que ayer,
pero no lo consigue y se atormenta.
Cuando quiero expresar mis pensamientos
surge reiterativo y aburrido,
no soy capaz de más, vanos intentos.
Me temo que por tiempo indefinido
la musa me condena a los lamentos
y el numen se marchó despavorido.