Se me ocurre hoy hablar de la alpargata,
un tema sin ningún romanticismo,
ni imagino que induzca al fetichismo
ni que se lleve bien con la corbata.
Es mentira si digo que arrebata
o desprende a su paso gran lirismo,
no es por cierto un dechado de erotismo
sino más bien vulgar, fea y barata.
Y que conste que nada en contra tengo
de un calzado tan cómodo y tan práctico
puesto que es agradable y placentero,
y aunque no sea rancio su abolengo
me parece bastante profiláctico
y yo, al tacón de aguja, lo prefiero.